Acuérdese que, si alguna vez precisa de una mano amiga, usted la encontrará al final de su brazo. Al volvernos más viejos, descubrimos porqué tenemos dos manos, una para ayudarnos a nosotros mismos, y la otra para ayudar al prójimo
Audrey Hepburn

MUSICA

SOLTERA...PORQUE ASÍ NACÍ

NO CONFUNDIR EL HAMBRE, CON LAS GANAS DE COMER

Se supone que cuando uno está atravesando una crisis, económica o financiera, debe pensar en cosas serias y olvidarse de su vida amorosa, o sexual, o de ambas, para no correr el riesgo de no ser tomada en serio.
 
Sí hombre, cómo no (modo irónico "on").

Pues no, que una es un simple mortal, con apetencias y necesidades en todos los sentidos. Además las crisis, aún las provocadas por enfermedades, también repercuten en las relaciones de pareja para bien o para mal, y no siempre como lo muestran  las películas románticas  de valerosos desahuciados: ni es verdad que de los arrebatos desesperanzados nazca una pasión mística o se renueven los epopéyicos amores; pero tampoco es verdad que, la otredad sana, haga sus maletas y tome cualquier medio de transporte para alejarse, definitivamente, cinco minutos después de recibir el diagnóstico. Hay que tomar en cuenta que, ese tipo de películas duran, cuando mucho, dos horas en las que es prácticamente imposible mostrar procesos de amor incondicional o de cruel abandono que, en ambos casos, toman mucho tiempo. 


Y tratándose de algo que se siente, pero que no puede ser comprobado por un laboratorio; o de estados físicos que pueden ser probados, pero que implican demandas constantes y progresivas; de algo que limita el movimiento o que es tan impredecible que te impide seguirle el ritmo, con la misma intensidad o constancia de antes, a todos los que te rodean y, especialmente, al otro que te calienta los pies (o más) en la cama y que también tiene sus necesidades y expectativas...la cosa se complica muchísimo.

Quienes cuentan con un otro significativo- más o menos permanente, ya sea hombre, mujer o quimera- ven potenciadas las virtudes o defectos de su relación. En el mejor de los casos, el otro significativo estará al pie del cañón , tratando de mostrar apoyo aunque le resulten totalmente incomprensibles los males de su cuchi-cuchi, utilizando la confianza y el cariño como herramientas.
En la peor de las situaciones, se quedará por costumbre, culpa o remordimiento, bien en silencio o exigiendo a voz en cuello recompensas por sus inconvenientes y sacrificios. Y, en un caso extremo  tomará sus cachivaches, si se acuerda o le da tiempo, y desaparecerá en busca de horizontes menos complicados.


Maldad, ingratitud, desamor, hartazgo, debilidad, cobardía, traición... uno puede llamrle como mejor le acomode, de acuerdo a la etapa de duelo en la que vive, pero en cualquier caso el proceso dista mucho de ser inmediato: se puede volver progresivo...y hasta mortal (para nuestra autoestima) si no tenemos cuidado.


Y es que, aunque pensemos que nuestra autoestima es a prueba de balas, las enfermedades nos colocan en cierto plano de vulnerabilidad que, de no reconocerlo a tiempo, puede convertirse en campo fértil para que nuestras obsesiones afloren. Si no estamos atentos a los primeros brotes codependientes, maniáticos, celosos y hasta masoquistas, cuando menos nos demos cuenta habrán invadido e intoxicado de tal forma nuestra existencia, que será muy fácil caer en la tentación de regatear, manipular, chantajear y/o permitir cosas que no aceptaríamos en otra situación.

Y, lo anterior, aplica tanto para el otro sano como para el uno enfermo.

Con unas cuantas arrugas y estrías de más, y algunos (o muchos) amores en mi currículum, puedo decir que mi historia románticoeróticofestiva no ha sido totalmente extraordinaria, ni insoportablemente mala: la única fila de hombres que me espera o persigue fielmente, es la de cobradores; pero también hay algunos que estásn dispuestos a darme un apapacho o una algería, de esas hormonales, de vez en cuando. Sigo soltera, porque así nací. Aunque algunas veces me gustaría contar con un "alguien especial" más o menos permanente, se me pasa bien pronto, si descubro que, para éso, debo renunciar a esas pequeñas victorias que he logrado en este plano existencial: más o menos he conseguido desparecer a Don Chantaje y Doña Culpa; ignorar a la Srita. Corrección ; limitar a Sor Buenas Costumbres; neutralizar a Santa Intachable Reputación y extinguir a los beatos Sacrificio y Martirio.


Pero mi Okupa griega, además de cara, celosa y neoliberal, también parece detentar un título en Arqueología porque, en algunos momentos de nuestra obligada convivencia, ha ido hurgando en el sótano de mi casa y, tal como se descubrió a la Coyoxautli, ha ido desenterrando los esqueletos de algunas fósiles obsesiones, no sin antes expropiarme la atención en los detalles, haciéndome escucha de mensaje subliminales que intentan convencerme que es mucho, pero mucho mejor estar mal acompañada que sola.


 
Y así , la griega,  me ha juntado el hambre con las ganas de comer, en la figura de tres pretendejos (un "huele de noche", un "enano mental" y un "poeta trágico") que, en la forma son diferentes, pero en el fondo comparten la habilidad, consciente o inconsciente, de percibir la vulnerabilidad latente del prójimo y, además, la mala leche para tratar de aprovecharse de dicha situación. 
 
 El "huele de noche" es el perfecto compañero...cuando las cosas marchan bien: atractivo, gracioso, parrandero que, muchas veces, trata de cobrarse el tiempo que te dedica, esquilmando tu bolsillo o tu paciencia. El "enano mental" es aquel que trata, por todos los medios, de hacerte consciente de cuán arriba está de ti, en todos los aspectos (especialmente en su imaginación) y, por lo tanto, debes agradecerle el honor de posar su mirada soberana estando, como las farmacias, disponible (y arreglada) las 24 horas del día.  Y, el "poeta trágico" es ese que parece llevar una competencia contigo en cuanto a lo que sufrimiento se refiere: tú debes er diván, terapeuta, psicóloga y hasta madre sustituta. En cualquier caso, no es fácil lidiar con estos y otros personajes, cuando uno mismo está tratando de sobrevivir a una situación que, muchas veces, nos sobrepasa.

Afortunadamente pierdo la atención poco tiempo, y como además ya he tenido la experiencia con otra clase de bichos, siendo madre soltera, independiente, políticamente incorrecta y de moral distraída, creo que me puedo permitir ciertos errores, como el lujo de estar soltera y no solitaria.

Ahora que, por pedir y porque sé que afuera hay hombres que son éso: HOMBRES; lo que me gustaría, no importando que  sea o no permanente, es que a  los futuros "otros significativos" no  necesitaran que les explicara, continuamente :

-que hay días en los que no estoy en condiciones de realizar aventuras acrobáticas, por más novedosas o excitantes que parezcan, y que esto no significa que me haya vuelto "fresa", "apocada", "reprimida" o "gilipollas";
- que la distancia no significa falta de atención, sino necesidad de espacio;
-que no es necesario decir lo mucho que les gustan las mujeres fuertes, independientes y cabronas...cuando no es cierto;


-que si digo que me duele la cabeza, es porque realmente me duele, y que no se va a solucionar llenándome el cajón con aspirinas (o el buche con piedritas);
-que si unos días estoy bien y otros mal, es a causa de mi Okupa y no porque esté pasando el SPM;
- que no hace falta, de su parte, ningún sacrificio sino algo de empatía, sentido común, coherencia, honestidad y respeto;
-que nada les obliga quedarse, pero que tampoco se valen excusas o mentiras para disfrazar ninguna de sus intenciones.
Y, si nos es mucho pedir, me encantaría  que las virtudes que nos unieron no se convirtieran en defectos cuando nos separemos.

Ya sé, tal vez sea mucho pedir...pero esto es como la carta a los Reyes Magos ¿no?





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