Acuérdese que, si alguna vez precisa de una mano amiga, usted la encontrará al final de su brazo. Al volvernos más viejos, descubrimos porqué tenemos dos manos, una para ayudarnos a nosotros mismos, y la otra para ayudar al prójimo
Audrey Hepburn

MUSICA

NI UN DETALLE, NI UN QUÈ NECESITAS



CUANDO LAS MALAS COMPAÑÍAS SON LAS MEJORES

 Citas, frases, poemas, novelas, canciones...ríos y ríos de tinta corren para expresar lo que significan los amigos y de lo incondicional y entrañable del lazo afectivo que se establece entre ellos. Y mucha tinta, también, para describir el infortunio de perderles, o de la sensación abrumadora que provoca darse cuenta que, algunas amistades, no son tan profundas y cercanas o sinceras e incondicionales, como le gustaría a nuestras expectativas que fueran. 


Los que saben dicen que, contar con un equipo de soporte (familia, amigos y, si es el caso, médicos) es de vital importancia para quienes están pasando por una crisis, del tipo que sea; pero en el caso de enfermedades y especialmente de aquellas que provocan dolor crónico, la aparición de estados depresivos aumenta (o empeora) , en la medida en la que las personas cuenten o no con dicho soporte y si éste no provoca incomprensión, desconfianza y abandono.


Lo anterior tal vez  es un cúmulo de obviedades pero, en mi caso y con perdón, he llegado a pensar que me iría mejor en este aspecto si tuviera una enfermedad terminal que, además, se me notara pues al menos despertaría algún tipo de interés o silencio compasivo, real o cortés.


Y es que la parte más difícil de superar, en canto a mi okupa y sus derivados (físicos, económicos y emocionales) es la que se relaciona con mi círculo de amistades. Yo en verdad me he creído que, los amigos, son la familia que tenemos la oportunidad de elegir y, en consecuencia, representan una fuente incondicional de afecto que nos cobija, especialmente en los momentos en que precisamos de ella.
Sin embargo, en estos últimos años, mi fibromialgia ha pasado de ser un "simple" síndrome a convertirse en una especie de filtro en el que se han quedado atrapadas, tristemente, muchas personas a quienes quería profundamente , por no hablar del respeto y admiración que les profesaba.


Será que esperaba más de lo que podían dar; que no supe elegir correctamente; que me he tomado muy a pecho su silencio...será el sereno, pero el caso es que he invertido mucho tiempo haciendo un esfuerzo por conservar afectos que, en realidad, no me correspondían. . .  y mucho tiempo más haciendo el gasto emocional para aprender a desapegarme de ellos.


Quizá no sean "malas" personas,  hipócritas o interesadas, aunque algunas seguramente sean éso y mucho más. Tal vez lo que sucede es que tienen poco sentido de la reciprocidad; que no pueden - o no quieren- estar atentos o, simplemente, que no estaban destinadas a ser de esas amistades con raíces profundas. A pesar de gozar, casi siempre, de cierta "popularidad" y de no tener mayores problemas para relacionarme, llegar a estas conclusiones no ha sido fácil. Por el contrario, me ha costado una buena cantidad de esa tristeza, húmeda y salada, pero necesaria para desahogarse.

Conversando, con un amigo, sobre mis pesares en cuanto a ciertas actitudes de algunas amistades cercanas, me preguntó si yo compartía con el objeto de recibir algo. Mi primera reacción fue contestar que, por supuesto, no era así. Y es que, claro, los dos pilares de la educación emocional mexicana son Don Chantaje y Doña Culpa, y a nadie le gusta ser calificado de ambicioso o acusado de establecer amistades por conveniencia.

Pero, si lo pensamos mejor, creo que no es mucho pedir cierta reciprocidad a nuestros amigos.



Yo no sé si todos los que padecen algo crónico pasen situaciones parecidas. De lo que estoy segura es que el desapego, no es algo que deba hacerse, siempre y necesariamente en silencio, o que para tener un amigo uno deba obviar o reprimir éso que nos hace ser humanos y que incluye el derecho a expresar nuestras opiniones o sentires, solo por no incomodar a un prójimo que, aún con cortesía y buenos modales, no hace otra cosa que echarte en cara las inconveniencias que está pasando porque tú estás enfermo.



OTRA CARTA, PINCHANDO AQUÍ
Existe un texto, en la web, llamado "Si amas a una persona con fibromialgia"(pincha AQUÍ si quieres leerla), destinado a las familias y amigos de personas que tienen este síndrome. Y está tan bien hecho que, muchas veces estuve tentada a repartirlo  entre todos mis amigos. Pero visto lo visto, hasta ahora, con las actitudes de algunos de ellos, me he convencido que  sería una lastimosa pérdida de tiempo (y, de paso, de dinero).



A quienes realmente son mis amigos no les hace falta:

-- que les convenza de que, lo que me pasa, no es imaginario, ni me lo provoqué por mi "mala vida", o que mi falta de voluntad impide mi "curación;
-- que les esté regateando tiempo, cariño o respeto;
-- estar cerca, físicamente, para saber lo que me está sucediendo;
-- que les envíe una lista de cosas en las que podría necesitar ayuda.
-- que viva o piense como ellos lo harían, y sus críticas no son nunca destructivas. Tampoco se ofenden si decido ir por otro camino porque no pretenden que, sus zapatos, me calcen obligatoriamente.
-- NO SOLO ESTÁN, SON  y no les incomoda que YO SEA, AUNQUE A VECES NO ESTÉ


Afortunadamente, alrededor del mundo (a través de la web) y en mi entorno físico cercano, cuento con esa clase de amigos que les he hablado. Ellos saben que me tienen para todo y para siempre. Ellos perciben que, a pesar del mal momento que estoy pasando, no oy de las que estén tiradas mucho tiempo porque mi estado natural no es la depresión sino el optimismo y que, como siempre, cada vez que caigo me levanto más fuerte y más entera que antes.



Para quien me tiene un afecto superficial, los que desean que "sea la de antes". . . solo tengo, para lidiar con ellos, el principio de realidad que me dice que uno no puede controlar los sentires o actitudes del otro, a menos que sea maestro en el arte de la manipulación y tan hijo de puta como para emplearla.



Y para esos otros que, habiéndose mostrado "amigos", se descubren ahora como enemigos. . . MI SILENCIO. Aunque con esto último no quiera decir que renuncie a mi derecho de hacerles saber que, mi debilidad, es solo física y que tengo únicamente dos mejillas a las que, dicho sea de paso, no les va eso de ser abofeteadas sin meter las manos para defenderse.


Lo más sorprendente de este otro peregrinar, en el universo afectivo, es también el tomar conciencia respecto de alguna gente que apenas conoces o a quien no has prestado mucha atención, pero que al final se han mostrado más comprensivos y empáticos que otras personas con quien has pasado más tiempo.

Los amigos probados y esas nuevas amistades son las que, en el balance final, te hacen saber que no estás, como a muchos les gustaría, en números rojos.


                                                                                                                     



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