Acuérdese que, si alguna vez precisa de una mano amiga, usted la encontrará al final de su brazo. Al volvernos más viejos, descubrimos porqué tenemos dos manos, una para ayudarnos a nosotros mismos, y la otra para ayudar al prójimo
Audrey Hepburn

MUSICA

CIRCULOS VICIOSOS: ESCATIMANDO PROPINAS

Con el sudor de tu frente...o cuando no te encuentras el tatuaje con tu código de barras
(SEGUNDA DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS)

PÁGINA DEDICADA, CON MUCHO RESPETO Y CARIÑO A TERESA PINEDA DIAZ Y A LOS COMPAÑEROS DE QUE TUVIMOS EL INMENSO PLACER DE TRABAJAR CON ELLA DESDE EL SERVICIO CAS HASTA LA USAER IXTLAMACHILIZTLI . . . es decir, hasta antes de la llegada de Guadalupe Elguera (jefa...porque el puesto no otorga la autoridad)



¿Cómo elige uno su profesión, si la elige? Creo que, en el mejor de los casos, de acuerdo a sus intereses y habilidades y, también, a sus expectativas y a una suerte de consciencia del querer "estar" desempeñando un rol determinado dentro -fuera o en contra- de la sociedad.
Y ¿qué es lo que nos hace ser buenos, mejores, malos, aceptables o peores profesionales? Igual es la actitud, la responsabilidad, el desempeño o la ambición. En un plano ideal, también sería encontrar que nuestras expectativas se adecuan al trabajo; que nuestras habilidades son reconocidas; nuestro desempeño, valorado y nuestra ambición alentada activamente, como condición indispensable para la creatividad.



Pero ésto, en el plano ideal, porque en el real es otro cantar . . . 




 Yo elegí mi profesión de manera consciente y libre, aunque para estudiarla tuve una monumental pelea con mi padrastro, en la que hubo desde una paliza hasta un castigo que duró casi un año, pues tal era lo que merecía por querer ser una "simple maestra", en lugar de estudiar abogacía desdeñando, así, un lugar en una universidad privada, y por desperdiciar el dinero invertido en mi bachillerato: "para terminar de maestra, te hubieras quedado solo solo con la educación secundaria" fue la sentencia antes de dictar condena. Pese a todo, me salí con la mía y logré terminar la Licenciatura en Pedagogía en la UNAM.



 Esta primera rebeldía (luego he tenido muchas otras) ne me ha hecho rica, ni famosa . . . pero me ha llenado el cofre de tesoros: un trabajo donde, desde el inicio y hasta antes de un cambio de directivos, mi voz, opiniones, experiencia y habilidades eran apreciados y tomados en cuenta; donde trabajábamos como equipo y nos manteníamos en permanente autocapacitación; donde la Directora era una autoridad técnico.pedagógica y no una simple y facilona figura de poder administrativo.
También esa rebeldía, me regaló una beca de investigación en Japón; un montón de reconocimientos por mi desempeño (desde cartas de felicitación para mi expediente, hasta un diploma y una medalla de plata como "Maestra Distinguida"); la experiencia profesional necesaria para desempeñarme como maestra bilingüe en Chicago, y una verdadera "familia" entre los compañeros de trabajo con los que tuve el honor de participar.


Tuve la fortuna, en 17 años de experiencia profesional, de trabajar con niños, sus padres y maestros; de ser llamada, como invitada, a un programa de Radio UNAM que conducía uno de mis alumnos del programa para niños Sobresalientes; de ser testigo de la entrega al Primer y Segundo lugar del 1er. Concurso de poesía Infantil "Jaime Sabines", a otra de mis alumnas y su hermana quienes, además, recibieron el premio de las propias manos del poeta.
Y también tuve el honor inmenso de trabajar a favor de la inclusión educativa, con aquellos alumnos con otro tipo de necesidades educativas especiales. Nada, en el mundo, se compara con la alegría de ver en los ojos de un niño que ha batallado con la escuela, la chispa de la comprensión , del orgullo de saber que él también tiene un espacio dentro del sistema. Nada existe más satisfactorio que el que un compañero maestro, con más años de servicio que tú, se te acerque creyendo que puedes serle útil, que puede aprender algo de ti. Nada es más valioso que el cariño de una familia entera -madres, padres y hasta abuelos- que está dispuesta a confiarte su tesoro más preciado.
NO, NO HE SIDO NUNCA UNA "SIMPLE MAESTRA", NI UNA "TRABAJADORA DE LA EDUCACIÓN" MÁS, aunque muchos se empeñen en llamarnos así ahora, en un intento por cosificarnos.


Y si me fui, si "abandoné mi empleo", no fue ni por irresponsabilidad, pereza, deshonestidad, miedo o apatía. Me fui por cansancio, por hartazgo hacia quien, una vez que el sistema administrativo separó a un equipo de trabajo eficiente, consolidado y comprometido, pretendió deshacer también un trabajo y un prestigio ganado a pulso por todos durante más de una década, por el simple hecho de ostentar una posición de poder basada en lo administrativo, que no en lo técnico.
Sí, cambiaron las autoridades por jefes quienes, al parecer, traían la consiga de empezar de cero. El lugar que siempre consideramos como un espacio compartido, donde las aportaciones individuales eran apreciadas y la experiencia valorada, se volvió un centro de trabajo al más puro estilo corporativo o fabril: aquellas reuniones de Consejo, donde todos aportábamos y nos comprometíamos con un proyecto, terminaron volviéndose simples reuniones donde se nos decía qué, cómo, por qué, dónde y para qué teníamos que hacer tal o cual cosa. Eso sí, se nos pedían aportaciones que, bien pronto adivinamos, debían complacer a nuestra supervisora quien, además, ni siquiera se tomó el tiempo para conocernos, investigar sobre nuestro trabajo y resultados o siquiera darnos cualquier sugerencia u orientación pedagógica.


 Tampoco se tomó la molestia de investigar la situación de las escuelas que atendíamos, ni el sentir de los profesores que apoyábamos. Vino, simplemente, con la idea de que, hasta antes de su mística aparición, nada funcionaba y que era ella, y solo ella, la que detentaba la máxima sabiduría. No es de extrañar que, al menor atisbo de protesta, nos espetara un "esto es lo que hay y si no les gusta...ya saben el procedimiento".



¿Y qué tiene que ver, todo lo anterior, con mi okupa? Pues que, en mi caso, las continuas licencias médicas le hicieron sospechar que, desde antes de su milagrosa aparición, mi directora anterior y mis antiguos colegas no hicieron otra cosa que encubrir mis malas y deshonestas acciones.
Así , tuve que aguantar un acoso laboral traducido en la revisión continua del libro de asistencias; en la petición anticipada de las constancias médicas ( cuando, por ley, éstas deben ser informadas pero el documento presentado al término de la incapacidad porque, de haberme pasado algo en el trayecto de la clínica al trabajo, la seguridad social me dejaba indefensa); en la objeción a cualquier opinión o petición solicitada por mí. 

Durante los dos últimos años que trabajé en es lugar , fui cambiada de centro de trabajo tres veces: de una escuela, a la dirección del servicio (donde además no se me dejaba hacer nada, excepto cargar materiales y organizar paquetes con ellos, para mis compañeros) y, de ahí, a otra escuela distinta sin más explicación que "es por tu bien e intereses" o "el director de la escuela presentó una queja" (nunca, por supuesto, recibí copia escrita de dicha queja). Tuve, incluso, una reunión, que yo llamo "fantasma porque de acuerdo a mi nueva "jefa" (que no autoridad) nunca existió, donde se me solicitó que pidiera un cambio de actividad (como si de mi voluntad dependiera) y, además, se me "informó" del caso de una compañera quien tuvo un accidente de trabajo y "había renunciado para evitarse la vergüenza de faltar a su escuela". Será mi imaginación pero a mí eso me sonó a una invitación, más o menos "educada", para largarme con mis chivas a otra parte.


 Pasado un tiempo, cuando comenzaron a investigar mis licencias (bajas) médicas a través del departamento jurídico, y cuando tuve que escuchar un par de gritos que, la supervisora, me espetó frente a todo el que la quiso o pudo escuchar, con los que me reclamaba el que alguno de mis compañeros y la entonces directora de mi servicio, fuera del horario de trabajo, acudieran  a mi casa para ver como estaba  (y, en mi casa, yo soy libre de recibir a quien me de la gana)...fue que no pude aguantar más...

 Todo ese hostigamiento laboral, sumado al peregrinaje médico del que les hablé, me llevaron a cometer muchas tonterías pero, también, a considerar que:
- No hay trabajo en el mundo, por muy bien pagado que sea, que valga la pena mantener a costa de tu salud física y mental.
- Que, aún amando trabajar con mis alumnos, también tengo que considerar a esos niños (mis hijos) que tengo en casa, y quienes en este esfuerzo por demostrar la tan mentada vocación o valor de educar, muchas veces se han visto relegados de mi tiempo y presencia, y que a la larga serán ellos los que tendrán que cargar con los restos del achacoso cuerpo que tengo.
- Que esos 17 años de servicio; las dos experiencias en el extranjero; los tres idiomas que hablo; los reconocimientos escritos y las obras publicadas...me capacitan para aspirar a algo más que dos plazas  que tenía, en propiedad, en la SEP o a una posición en el escalafón de esa misma secretaría donde, además, solo puedo optar por una dirección o supervisión que, además d no reportarme beneficios emocionales, académicos o financieros, encima me coloquen en el riesgo de convertirme en "jefe" y no en "autoridad" 


No, yo no quiero ser parte del mobiliario de la SECRETARIA DE EDUCACIÓN PÚBLICA MEXICANA y, afortunadamente, nunca me encontré el código de barras del inventario para horizontes tan estrechos.
- ¿Que las licencias por discapacidad  son más fáciles de obtener cuando sufres de "alcoholismo o de adicción a ciertas drogas? Vale, me parece injusto  ser pensionada por una enfermedad que decides tener . . . pero puedo vivir con ello.
- Que argumentar "depresión, aunque no la tengas, te hace el camino más fácil. . . Bueno, a quien le funcione mis felicitaciones  aunque, si realmente la tienes y no cuentas con amigos o familiares en el servicio médico o en el sindicato, y tienes que tomar la sopa esa que comes cuando se acaba la de fideos (o sea jodeos), me parece una vergüenza.
- Que el SINDICATO NACIONAL PARA TRABAJADORES DE LA EDUCACION (SNTE) - divergente, convergente o charro, popular, real o imginario...que ninguno de ellos hizo nada por mí- en el discurso general afirme que está para defenderte pero que, en lo particular, no quiera meter las manos...pues a mí ¡plin!



QUE TODAVÍA HAYA GENTE QUE ME LLAME "TONTA", POR NO DEFENDER MIS "PLAZAS EN PROPIEDAD". QUE ME ACUSEN DE TENER PROBLEMAS CON LAS FIGURAS DE AUTORIDAD O INCAPACIDAD PARA ADAPTARME AL CAMBIO...¡Bah! Son meras opiniones que, en última instancia, no me definen ni como persona ni como profesional.


Además, cuento a mi favor con algo que seguramente solo a mí me importa y considero muy valioso: sobreviví al metro de Tokyo; a un accidente en Chicago; a una batalla legal por la custodia de mis hijos y estoy, ahora, sobreviviendo a una situación de salud, con sus baches emocionales, pero con mi sentido del humor intacto y los límites de tolerancia dedicados a preservar mi autoestima.


Y eso es más de lo que muchos, y muchas, que no padecen ningún síndrome,  podrían soportar con la elegancia y valentía que los  fibroamigos tenemos.




Desde la burocracia:
(de mi autoría)

Y si acaso resultara
que este frío inmenso
no es el de madrugada
sino de algo que está inmerso
escondido entre los pliegues
de un alma desconsolada
que a fuerza de repetirse
que aquí ya no pasa nada
ha llegado hasta creerse
que es, efectivamente,
el frío de la madrugada
lo que de inmenso se siente.

Y si acaso fuera cierto
que no está pasando nada
cuando en mi pecho presiento
la traicionera punzada
que me recuerda celosa
que me tienen estancada
en un lugar desde donde
no pueden crecer las alas
la inspiración se me esconde
tan maltrecha y trasquilada
escapando de esas garras
que persíguenla afiladas.

Desterrada en propia tierra,
de mi pueblo, una extranjera
que por costumbre se aferra
al mito de alma viajera
caminando enmascarada
entre los suyos y ajena
jugándose una charada
por no sentir más la pena
de haberse visto obligada
a quedarse en un lugar
donde nunca pasa nada
que valga la pena anunciar.






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